En los pasados días 22 a 24 de marzo, Ben Baso regresó a Portugal con una actividad denominada Ruta Templaria, coordinada por Mª Ángeles Florencio. Nos acompañaba el profesor y escritor José Márquez Franco, gran conocedor del tema.
El recorrido ha tenido como hilo conductor las huellas de la Orden del Temple, su relación con la Orden de los Caballeros de Cristo y, a su vez, con el avance militar cristiano y con los descubrimientos geográficos.
En primer lugar, todavía en España, hicimos un recorrido por una localidad de nombre tan sugerente como es Jerez de los Caballeros, que en 1230, tras ser conquistada por Alfonso IX de León, fue donada a los caballeros del Temple. Y más tarde, tras la disolución de la Orden del Temple, pasó a la Orden de los Caballeros de Santiago. En el recorrido por esta población, Conjunto Histórico Artístico Monumental, pudimos ver, además de magníficas torres barrocas y espléndidas vistas, la muralla medieval y la Fortaleza Templaria, con sus torres, especialmente la del Homenjae, también llamada Torre Sangrienta porque, según la tradición, en ella fueron ejecutados los últimos templarios.
A continuación nos dirigimos a la zona capital de la Orden del Temple en Portugal, Tomar. Allí, en un otero, se encuentra un conjunto declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, que pudimos visitar con detenimiento: el Castillo Templario, del s. XII, desde donde gobernaban la ciudad, y, dentro del recinto, el Convento de Cristo. En el Convento, con actuaciones del s. XII en adelante, destaca la interesante rotonda templaria, supuestamente inspirada en el Santo Sepulcro de Jerusalén, así como la ventana de la Sala do Capítulo entre otras bellas muestras del gótico manuelino, con sus característicos símbolos relacionados con los Descubrimientos; sin olvidar el espacio en que fue coronado Felipe II como rey de Portugal en 1581, después de ser reconocido por las Cortes de Tomar…
Ambos, Castillo y Convento, fueron sede templaria hasta 1314 y poco después, de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, que fue su heredera en Portugal en el proceso que siguió a la disolución de la Orden del Temple en Europa.
La Orden de los Caballeros de Cristo contaba con grandes recursos económicos que sirvieron a la Corona en sus campañas militares, en sus programas de construcciones y en las exploraciones marítimas, esto último especialmente desde que el Infante D. Enrique el Navegante asumió el cargo de Gran Maestre de la Orden. Época de florecimiento que tan bien se refleja a su vez en el gótico manuelino.
Completamos la visita de Tomar visitando la sinagoga mejor conservada de Portugal y pasando por la iglesia de Santa María dos Olivais (Panteón de los Maestres del Temple).
Por la tarde nos acercamos al hermoso paraje donde se sitúa el Castillo de Almourol, templario aunque muy reformado, y cuyo emplazamiento en medio del Tajo, permitía a la Orden el control del tráfico de mercancías.
Ya el domingo visitamos otros dos edificios imprescindibles de la zona: el Real Monasterio de Batalha y la Abadía de Alcobaça, ambos Patrimonio de la Humanidad.
El Monasterio de Batalha, o Monasterio de Santa Mª de la Victoria, cuya construcción se inició para conmemorar la victoria en la Batalla de Aljubarrota (1385) sobre tropas castellanas en el proceso de una crisis dinástica portuguesa, es un magnífico edificio gótico, que ofrece además la maravilla de sus Capelas Imperfeitas, obra maestra del arte manuelino. El devenir y contexto histórico de la Batalla pudimos observarlo en el Centro de Interpretación situado en S. Juan de Cima. Y en contraste, Alcobaça nos ofreció, al margen de otras destacadas aportaciones artísticas, la austeridad de una abadía cisterciense mandada erigir por el primer Rey de Portugal en el siglo XII.
En definitiva, un fin de semana fructífero, que nos ha ayudado a ampliar conocimientos y sensibilidad patrimonial y estrechar lazos de amistad e interés común.