Asociación de Profesorado para la difusión y protección del Patrimonio Histórico

El sábado 9 de marzo algunos benbasianos hicimos la ruta de “El Salto de El Cabrero” y la calzada romana que une los pueblos de Benaocaz y Ubrique.

Tras una parada técnica en “El Cruce de las Cabezas”, nos dirigimos hacia Benaocaz, precioso pueblo blanco de origen nazarí, situado en la Sierra de Grazalema. Durante el trayecto en autobús disfrutamos de hermosas vistas donde el terreno karstico y el bosque mediterráneo eran los protagonistas. Llegados a Benaocaz atravesamos sus calles y varias propiedades con rebaños de cabra payoya y ovejas típicas de la zona.

En plena ruta cruzamos un puente bajo el que discurre el arroyo Pajaruco de caudal variable según la estación del año y nos dispusimos a subir hacia un pequeño torcal bajo el vuelo de buitres leonados que planeaban dibujando una hermosa estampa en las altas cumbres de la sierra. Llegados a”El Puerto de Fernando”, nuestro guía nos explicó el dicho: “En Benaocaz, la hembra lo más”, ya que solo las mujeres de esa población subieron hasta ese punto para saludar a los Reyes Católicos y entregarles sus joyas para financiar la guerra contra los moros. La naturaleza nos deleitó con quejigos, acebuches, espinos albares, lentiscos, plantas aromáticas (lavanda, romero, tomillo), muérdago y con hermosas encinas entre las que destacó “La Alcachueta”, ejemplar singular de la provincia de Cádiz, de alto valor cultural e histórico ya que, su producción anual de bellotas determinaba el número aproximado de cerdos que podían estar en montanera en la sierra de Benaocaz.

A continuación nos dirigimos a “El Salto de El Cabrero”, falla que separa dos cumbres de un mismo desfiladero, realizadas de manera natural en las rocas de composición caliza por la acción disolvente del agua. Existe una leyenda que parece ser el origen del nombre del lugar. Un pastor de cabras, huyendo de un prestamista, cruzó la falla de un salto con una pequeña cántara llena de leche sin derramar una sola gota.

Regresamos rápido y veloz al pueblo donde dimos buena cuenta de un exquisito almuerzo al término del cual y tras comprar queso de la zona, algunos bajamos a Ubrique por la calzada romana bastante deteriorada, por cierto y otros, en autobús, llegaron a Ubrique donde disfrutaron del carnaval en sus calles e hicieron algunas compras.

No todo el mundo hizo la ruta que debía haber sido calificada de dificultad media y no baja, pero

todos sí que midieron sus fuerzas, se adaptaron a las circunstancias y sacaron el máximo partido a esta jornada soleada con que nos regaló el mes de marzo, actitud que la organización agradece.

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